De una visión pionera a un legado familiar: La historia de la Clínica Dental Fernández Abarca

Desde su fundación en 1987, la Clínica Dental Fernández Abarca ha sido un referente en la salud bucodental de Motril, un lugar donde se mezclan la experiencia, la dedicación y el compromiso familiar con una visión de futuro marcada por la innovación. Así podría empezar una historia de amor que suma ya más de una boda de plata y que comenzó gracias a un hombre que emuló, con acierto, el verdadero misterio que vive detrás de las cosas que importan: el Dr. Francisco Fernández Abarca, antes que licenciado en Medicina y especialista en Estomatología por la Universidad de Granada, fue siempre un hombre que representó la sensibilidad, la intuición, la trascendencia. Esta clínica ha crecido, en todos los sentidos, escuchando siempre el cascabel que nos despierta la curiosidad y las pasiones. Siempre mirando un poco más allá, adaptándose a los nuevos tiempos y necesidades, sin dejar de ser por ello fiel a los valores que le dieron vida: el esfuerzo, la profesionalidad y, sobre todo, el cuidado genuino de las personas.

Un legado que trasciende generaciones

Lo que comenzó como una consulta de confianza en el corazón de Motril, hoy se ha convertido en una de las clínicas dentales más prestigiosas de Andalucía, sin dejar de ser la misma de hace años, con esa sensación invencible de que la proyección de esta clínica no solo versa sobre evolución constante, ni avances tecnológicos, ni tampoco por estar tocado por la varita. No. Para nada. No es una cuestión de suerte, sino más bien del crecimiento de la propia familia, de Alberto y Lucía, que son los mismos chicos que miraban a su padre como se admiran las grandes obras: con la sensación de que nada vuelve a ser igual después de haberlas conocido.

Esos niños ya no tienen dientes de leche, pero aprendieron a mirar el mundo como lo mira la gente interesante de verdad. Alberto Fernández, especializado en implantología, periodoncia y estética dental, y Lucía Fernández, especialista en odontopediatría y ortodoncia, tomaron las riendas de la clínica de su padre con la misma pasión y compromiso que les fue transmitido. Y también con ese deseo permanente de buscar siempre ideas y enfoques nuevos.

Alberto lo tuvo claro desde el principio, pero Lucía cuenta que ella no tenía claro si su futuro estaría en la medicina, en las matemáticas o en otra disciplina. Pero a veces ocurre que en nosotros hay verdades profundas que despiertan y nos llevan lejos y, solo entonces, lo entendemos todo perfectamente. Para ella, esa verdad habla de enamorarse de su conexión especial con los niños y con las personas con necesidades especiales. Ahí supo que algo bello estaba viajando hacia ella a toda velocidad. Una nueva aventura a la que luego se le puso nombre: Clínica Fernández Abarca Infantil.

Si a treinta años de experiencia, le sumas ojos nuevos y renovados, el resultado es inequívoco. En 2023, y con el fin de seguir ampliando sus horizontes, esta clínica decidió abrir una nueva unidad dedicada exclusivamente a la odontopediatría, un espacio diseñado para ofrecer un entorno seguro y confiable para los más pequeños y personas con necesidades especiales.

Este nuevo espacio, a tan solo unos metros de la clínica original, está completamente adaptado a las necesidades bucodentales de los niños, diseñado hasta el detalle, con una decoración pensada para generar una sensación de tranquilidad en ellos al visitar a su dentista. «Hay que entender sus miedos y ofrecer un servicio a medida, sin perder de vista las particularidades de los niños con Trastornos del Espectro Autista (TEA) o con necesidades especiales, algo tan básico como la intensidad de la luz puede ser trascendental para ellos», extrae Lucía, siempre armada de su convicción acojonante.

Un padre visionario y un legado de confianza

«Todo se lo debemos a mis padres», dice ella. “Los pacientes de mi padre son pacientes fieles, que traen a sus hijos y, a veces, hasta a sus nietos”, comenta Lucía, «la filosofía de mi padre siempre se ha basado en un enfoque integral de la salud: no solo se trata de solucionar un problema dental, sino de conocer y entender la historia de cada persona».

“Él era un adelantado a su tiempo, no solo en el ámbito profesional, sino en su forma de ver el mundo”, y entonces los ojos de Lucía brillan más. Sonríe. “A Alberto y a mi nos ha transmitido siempre la importancia de estar en constante mejora. Nos enseñó a no tener miedo a afrontar nuevos retos, a confiar en nuestra capacidad para resolver cualquier problema, y a no dejar de aprender nunca”.

Hace rato que el talento y la vocación de estos dos hermanos eran de elefante. Pero ellos en sí mismos son el reflejo de la promoción más honesta y radical que existe. Hoy, la familia Fernández Abarca continúa creciendo -eso ya nadie lo duda-, pero mantiene el legado de servicio y cuidado que ha definido a la clínica desde sus orígenes. Y eso es suficiente.

En su visión de futuro, se contempla una expansión que no solo se limite a la odontología, sino que también integre servicios complementarios de salud infantil, como la logopedia o la pediatría, para ofrecer una atención integral a los más pequeños. Aspirando a crear una clínica pediátrica donde la salud no se limite, sino que se expanda y ensanche para crear un espacio donde se puedan abordar diversas necesidades de salud en un solo lugar.

Eso será una próxima aventura. No cabe duda de que lo será y Motril volverá a ser testigo otra vez. Porque uno no puede dejar de escuchar su propio cascabel. Y que así sea muchas vidas más.

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